Nuevas configuraciones para la gestión de Paisajes Patrimoniales Arqueológicos en México. El caso de la Zona Arqueológica de Huapalcalco en Tulancingo, Estado de Hidalgo

New configurations for the management of Archaeological Heritage Landscapes in Mexico. The case of the Huapalcalco Archaeological Zone in Tulancingo, State of Hidalgo

Aline Noyola de la Llave
Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) / Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset (IUIOG), México
Alejandro Aldana Barragán
Niebla y Tiempo A.C., México

Analéctica

Arkho Ediciones, Argentina

ISSN-e: 2591-5894

Periodicidad: Bimestral

vol. 6, núm. 40, 2020

revista@analectica.org

Recepción: 02 Enero 2020

Aprobación: 21 Abril 2020



DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.4296132

Resumen: Este artículo explora una serie de elementos a considerar para realizar nuevos abordajes sobre la gestión de Paisajes Patrimoniales Arqueológicos de México. Partiendo del enfoque decolonial, se analiza la gestión del Sitio Arqueológico de Huapalcalco (SAH) en Tulancingo, Hidalgo. Se retoma además la visión de Niebla y Tiempo, Organismo No Gubernamental (ONG) que ha trabajado la puesta en valor del sitio al incluir, entre otras cosas, la participación de distintos actores involucrados en la preservación del lugar. Como resultado se plantean criterios que podrían retomarse para construir nuevos modelos de participación y colaboración en la gestión del SAH, así como para la defensa identitaria de los otomíes de la región del Valle de Tulancingo.

Palabras clave: gestión, paisajes patrimoniales históricos, defensa identitaria.

Abstract: This article explores elements to consider new approaches about management of Archaeological Heritage Landscapes of Mexico. Based on the decolonial approach, we analyzed the management of the Archaeological Site of Huapalcalco (SAH) in Tulancingo, Hidalgo. We also take the vision of Niebla y Tiempo, a Non-Governmental Organization (NGO) that has worked on the value of the site including, among other things, the participation of different actors involved in the preservation of the site. As a result, we proposed elements that could be taken to build new participation and collaboration management models of the SAH as well as for the identity defense of Tulancingo´s otomíes.

Keywords: management, historical heritage landscapes, identity defense.

Introducción

La cosmovisión de los grupos indígenas otomíes del Valle de Tulancingo, da cuenta de una apreciación distinta sobre la gestión de espacios patrimoniales. Para las culturas que han florecido en la región, estos sitios cumplen una función sagrada y al mismo tiempo cotidiana, son espacios de vinculación con los ancestros (humanos desmaterializados) y los seres no humanos (entes de la naturaleza).

A lo largo del año, los otomíes emprenden diversos rituales y peregrinaciones hacia espacios sagrados donde yacen “las antiguas”: jefe (a) o dueño (a) de la tierra, del agua y del fuego que habitan los cerros, ríos, cuevas, grutas y asentamientos prehispánicos. Por medio de estas procesiones, los otomíes pueden mantener tranquilas a las antiguas, tener una vida tranquila y sobre todo tener buenas cosechas.

De tal manera, humanos, ancestros y naturaleza forman parte de una misma colectividad-comunidad. Un caso particular de ello es el cerro Napateco, que ha fungido como santuario para los indígenas de Santa Ana Hueytlalpan quienes llevan a cabo ceremonias como la petición de lluvias para favorecer los ciclos agrícolas y la comunicación con "las antiguas", en otra cara del mismo cerro se instala el Sitio Arqueológico de Huapalcalco (SAH). En efecto, los sitios patrimoniales como el SAH cumplen funciones dentro de las dinámicas socioculturales actuales.

Desde la conformación del Estado-nación mexicano, el pensamiento indígena está obligado a cohabitar con una visión contemporánea particularmente alejada de la realidad y claro producto del mestizaje. Como consecuencia de ello, los marcos regulatorios e institucionales de México y del mundo perpetúan estructuras colonizadores en las que predomina una corriente eurocéntrica del conocimiento y la modernidad (Farrés y Matarán, 2014; Garbe, 2012).

A la luz de la colonialidad del poder y el saber (Mignolo, 2009; Ortiz, Arias, y Pedrozo, 2019) nace el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), organismo encargado de conservar y difundir el patrimonio arqueológico, antropológico e histórico de México (INAH, 2019a). A través de la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas, Históricos y Artísticos (Cámara de Diputados, 2018) y su Reglamento (Cámara de Diputados, 2015), el INAH realiza la expedición de declaratorias en el marco de dos clasificaciones con criterios arqueológicos: Monumentos Arqueológicos y Zonas de Monumentos Arqueológicos.

Sin embargo, Huapalcalco está considerado por el INAH como Sitio Arqueológico, clasificación intermedia (operativa o administrativa), no prevista en la ley. Del listado de 184 espacios desarrollado por el INAH (2019b), sólo 48 cuentan con el decreto de Zona de Monumentos Arqueológicos y el resto permanecen en una categoría que ha sido difícil de modificar debido a las debilidades institucionales del INAH. La enormidad del patrimonio arqueológico en México (más de cuarenta y ocho mil sitios arqueológicos) y la crisis de legitimidad de las instituciones públicas dificulta la articulación de nuevos decretos. Así, se torna indispensable un cambio en el enfoque de la participación-apropiación de la sociedad civil organizada.

Ante esta situación, en 2017 el Organismo No Gubernamental (ONG) Niebla y Tiempo realizó una solicitud para que el SAH fuese decretado como Zona de Monumentos Arqueológicos. Con ello, se sentó un precedente en la historia del INAH al ser la primera solicitud en torno al tema que surge desde la sociedad civil organizada.

En este contexto, el presente documento expone una serie de criterios que, desde una perspectiva descolonial y desde el punto de vista de Niebla y Tiempo A.C., deberían de considerarse por parte de instituciones culturales como el INAH y el gobierno local, para proponer un modelo de gestión patrimonial distinta en el Sitio Arqueológico de Huapalcalco y que puede servir de ejemplo para el resto de los Sitios Arqueológicas en México que presentan la misma condición.

Aproximaciones al giro descolonial

Entre el colonialismo y el giro descolonial existe una brecha paradigmática en la que tienen cabida movimientos sociales de existencia y re-existencia de los pueblos originarios.

Según el filósofo Enrique Dussel (2014), el giro descolonizador es una corriente epistemológica que tiene sus orígenes en la teoría de la dependencia y la teoría de la liberación. Nace en Argentina bajo el nombre Teología de la Liberación y comienza a replicarse en distintos campos por diversos investigadores como Aníbal Quijano (2000; 2014), Walter Mignolo (2008, 2009, 2018) y Boaventura de Sousa Santos (2010, 2018), por mencionar algunos. Para Dussel, este enfoque representa la evolución de la teoría marxista y constituye una cara antagónica de la colonialidad del poder que es entendida por Quijano (2014), como la dominación hegemónica subyacente al mundo moderno y al capitalismo en el que impera la opresión de las personas por cuestiones de raza, trabajo y género.

Pero, la colonialidad no debe ser entendida como colonialismo porque la colonialidad ha sobrevivido y se hace tangible en tiempos modernos a través del conocimiento, la cultura y la auto-imagen de los pueblos, entre otros tantos aspectos cotidianos que son de funcionalidad para el mercado capitalista (Maldonado Torres, 2007). Abdiel Rodríguez (2016), se suma a este argumento al señalar la innegable relación intrínseca entre la colonialidad del poder y el neoliberalismo que garantiza la funcionalidad del capitalismo y acota cualquier intento de crítica al pensamiento hegemónico mundial.

En este contexto analítico tiene lugar el giro descolonial que responde a la urgencia de "desprendernos del imaginario moderno/colonial en todos sus órdenes" (Mignolo, 2018, p. 31). Por ello, el giro descolonizador hace un manejo constante del concepto de transmodernidad que contempla un diálogo desde las asimetrías y la pluriversidad y que, por medio de la analéctica pretende desmantelar el pensamiento de colonialidad arraigado en distintos ámbitos de nuestra vida.

En sí, la epistemología decolonial concede una amplia capacidad explicativa y de apertura que reconoce la utilidad de otros paradigmas y enfoques (Ortiz y Arias, 2019) pero que sobre todo intenta:

Proponer formas, conocimientos, modos, pensares, sentires y vivires otros, diversos, no eurocentrados, pero igualmente válidos; aunque la modernidad no los reconozca como tales y los ubique en un tiempo “pasado”, o en una condición “atrasada” o “subdesarrollada” (Ortiz, Arias y Pedrozo, 2019 p. 208).

A pesar del amplio esfuerzo por construir una teoría decolonial, académicos como Claudia Zapata cuestionan el carácter predominantemente práctico del enfoque que se extiende al ámbito político y social. A eso añade el poco ejercicio analítico y ordenado que realizan sobre la colonialidad/modernidad al argumentar que para criticar un objeto es necesario un conocimiento profundo respecto al mismo (Zapata, 2018). Dentro de este cuerpo crítico también destaca Daniel Inclán (2016), quien desarrolla un ensayo interesante sobre los abusos del conocimiento subalterno en el giro descolonial, específicamente en la línea de la traducción de textos. Llama la atención que, para el autor, el uso de los saberes locales como categoría de análisis del enfoque decolonial parece ser más que una traducción un hablar por ellos. Paradójicamente ninguno de los que abogan por el giro descolonial habla alguna lengua indígena ni es indígena por lo que la cosmovisión que permea en el giro descolonial, es en sí el colonialismo.

A pesar de las críticas al giro, Sousa Santos, principal exponente de la corriente teórica "Epistemologías del Sur", hace énfasis en la necesidad de "abrir espacios analíticos para las realidades que son “sorprendentes” porque son nuevas o han sido ignoradas o invisibilizadas, es decir, consideradas no existentes por la tradición crítica eurocéntrica" (Santos, 2018, p.26). Así, el giro descolonial plantea la exigencia de impulsar investigaciones construidas sobre la apertura a un conocimiento basado en fuentes de saberes que no habían sido tomados en cuenta (Mignolo, 2008).

En este contexto, la decolonialidad es entendida por los autores que suscriben el documento como un enfoque que no sólo permite salir de los límites del establishment, sino que también permite articular investigaciones bajo paradigmas distintos a los que conocemos e hilamos desde ideas eurocentristas.

El giro descolonial y el paisaje patrimonial. Nuevas configuraciones para México

De acuerdo con Santiago Castro (2007) y Eduardo Restrepo (2016), las ciencias modernas se afincaron en las ideas dominantes europeas que continúan nutriendo el conocimiento hasta nuestros días. Rafael Curtoni (2009), añade que materias de importancia histórica como la arqueología, edificaron su aparato teórico sobre jerarquías cronológicas que obedecen al pensamiento hegemónico global por lo que es común observar clasificaciones arqueológicas bajo conceptos como lo premoderno, tradicional y primitivo para realizar una ordenanza del tiempo y del espacio.

Esta categorización simbolizó un punto de ruptura que trajo consigo una serie de cambios entre la modernidad y el mundo colonial. Con ello, se modificaría además la relación entre el hombre y el paisaje, los espacios arqueológicos y el patrimonio (Curtoni, 2009). Este último concepto será entendido para fines del presente documento como:

Un patrimonio que no puede olvidarse—cómo puedo olvidar aquel tiempo— porque es de sangre y es del pueblo, un patrimonio que necesariamente se transmite a través de lo fraternal, lo transmite el igual, el hermano (tú sabes que no enseña sino el hermano), y no un grupo de expertos desde su palestra (Massó, 2016 p. 1291).

En sí lo que propone Esther Massó constriñe a un patrimonio subalterno entendido como una figura híbrida, holística, plural e identitaria donde tiene cabida el ritual y lo humano que dista de las instituciones y sus élites en aras de la defensa de la autonomía de los pueblos, su autodeterminación y su idea de desarrollo económico, político y social (Arriaga, 2018; Mota y Hernández, 2017; Velazco, 2018). Curtoni (2008), adiciona la consideración de las voces de nuestros pueblos originarios en los procesos de declaración de zonas de investigación arqueológica debido a los posibles despojos de tierras y con ello, la inexorable pérdida de los vínculos locales entre su pasado y su presente.

Aquí la pregunta reside en ¿Cómo gestionar el patrimonio desde el enfoque decolonial? Ante esto, distintos autores, entre los más sobresalientes Alonso, Fernández y Fernández (2018), proponen modelos de gestión patrimonial alternativos para la arqueología cuyo caso será expuesto y adaptado en el marco metodológico de este análisis al compartir contextos socio-culturales similares al nuestro y que sirven de ejemplo para orientar trabajos en el ámbito latinoamericano.

Metodología

El presente documento hace una revisión de la literatura científica que vincula la gestión del paisaje patrimonial desde una perspectiva descolonial. A esta lectura se suma la recolección de tres estudios de caso en el contexto ibero y latinoamericano para retomar aquellas características que pudieran ser replicables en el Sitio Arqueológico de Huapalcalco en aras de gestionar el patrimonio cultural desde una mirada descolonial. Luego así, expone las particularidades del SAH y su problemática además de tomar como punto de referencia la cosmovisión de los otomíes de la región del Valle de Tulancingo en relación a sus sitios sagrados. A continuación, se exponen los resultados de adaptar uno de los modelos de gestión patrimonial desarrollado en los estudios de caso al contexto sociocultural de Huapalcalco. Finalmente se plantean las conclusiones del estudio.

El método analéctico que propone Enrique Dussel (19962005) consiste en cambiar el punto de foco y pararse desde la otredad y los oprimidos, la alteridad (Dussel, 2014). Esto consiste en considerar la otredad y ser parte de y con ella. En efecto, diversos investigadores han impulsado estudios sobre la relación de la descolonialidad y la gestión de paisajes patrimoniales.

En Colombia, Lodoño (2012) analiza la relación de la arqueología y las comunidades locales. A través de su estudio, señala el proceso de despojo colonizador cuyos efectos actuales son palpables en la gestión del patrimonio cultural. Puntualiza sobre todo en el papel de la arqueología como disruptor entre el pasado y el presente llamándolo como "arqueología funcional al proyecto nacionalista" que no es más que una respuesta a las políticas coloniales.

Los escenarios en mención son acepciones que han sido revestidos de órdenes conceptuales normativos por los actores y sus concepciones divergentes, así, las normas operan como herramientas que permiten encausar sus propósitos: por ejemplo, el gobierno que opera en el marco de la constitución, el arqueólogo (antropólogo) con los parámetros metodológicos y teóricos en la investigación y los nasa con las creencias (lecturas de la naturaleza) que subyacen desde la ley natural (Piñacué, 2009, p. 174).

En el estudio impulsado por Kirsten Grünberg (2016), se realiza una importante crítica sobre el concepto de colonialidad en el patrimonio costarricense y señala una clara influencia de las élites y de los grupos de poder en el manejo del patrimonio nacional. Para el autor, estas ideas punitivas distan de la defensa de los pueblos por preservar su patrimonio cultural tal y como lo conciben además de su derecho a la supervivencia y la reproducción de sus saberes.

Plantea además que la permanencia y uso de este pensamiento dentro de las instituciones globales y nacionales modifica tajantemente la cosmovisión de los pueblos y tiende a ignorar dos elementos característicos del enfoque decolonial: los aspectos sociales y los sistemas o fuentes de saberes de los pueblos originarios.

El estudio más sobresaliente en el contexto iberoamericano es el desarrollado por Alonso et. al. (2018), quienes a partir de una genealogía del paisaje plantean una práctica arqueológica contemporánea, que busca un enfoque humanista nutrido por las ciencias sociales, como la arqueología. Advierten sobre las contradicciones de dos enfoques históricos del paisaje, por un lado, la potencia de las políticas desarrollistas que tienden a transformar el paisaje en función de su explotación y, por el otro, las políticas de estatización e inmovilismo que buscan patrimonializar desde concepciones estéticas dominantes. Ambos abordajes responden a tendencias generalizadas, marginando los procesos históricos y las relaciones particulares de los pobladores del paisaje.

La empresa social de conocimiento, prototipo arqueológico que desarrollan, concretamente de la región agraria asturiana, consiste en un modelo de gestión bajo la figura de un laboratorio social. Como resultado, se cuenta con una organización civil y local, que integró a expertos, amateurs y a toda la comunidad.

Sin embargo, la implementación de “un órgano de gobernanza del patrimonio desde una organización civil y local modelo” (Alonso et al., 2018, p. 293) trajo consigo desafíos como la armonización del marco jurídico cuya gestión vertical de los recursos impide establecer formas de relación horizontales, características de la gobernanza y en sí, de los procesos de toma de decisiones entre el Estado y la ciudadanía. Ante esto, fijaron una serie de convenios o acuerdos formales con los directores de bienes patrimoniales encargados de la gestión de recursos patrimoniales. Lo anterior permitió una gestión mancomunada de recursos entre el sector público y la comunidad local. De acuerdo con Alonso et. al. (2018), este modelo de gobernanza puede ser replicable en otros territorios. Para los autores que sustentan la presente investigación, el prototipo asturiano reúne elementos vanguardistas de la gestión patrimonial bajo un enfoque descolonial por lo que consideramos este ejemplo y lo adaptamos a las características socio culturales e institucionales del Sitio Arqueológico de Huapalcalco.

Huapalcalco: particularidades y problemáticas de la zona

Huapalcalco es una Zona Arqueológica situada al sureste del Estado de Hidalgo, en el municipio de Tulancingo de Bravo que se ha consolidado como la segunda ciudad más importante de la entidad (INEGI, 2017). Particularmente, Huapalcalco se encuentra en la localidad de Napateco entre los cerros de la Mesa y el Tecolote, ambos considerados como sitios sagrados para la cultura otomí que habita en la región.

De acuerdo con Olguín (2006), Huapalcalco florece en el Epiclásico fungiendo como asentamiento importante y estratégico en el Altiplano Central. Su relevancia se atribuye a su posición privilegiada para realizar el intercambio comercial entre las culturas del centro de México, la cultura maya y las del Golfo de México. Es señalado además como el asentamiento humano más antiguo del estado y se cree que se pudo haber fundado como santuario de culto a Quetzalcóatl (Gaxiola, 2011). En efecto, alrededor de este centro, se han articulado dinámicas sociales y culturales que prevalecen hasta nuestros días y que mantienen estrechos vínculos entre la religión, la cultura y el paisaje patrimonial

Dentro del panorama actual de Huapalcalco, se hacen visibles distintas problemáticas ambientales, sociales, culturales y políticas. Una de las más sobresalientes es que, a pesar de la importancia histórica y cultural del sitio, el INAH no ha emitido una declaratoria para que sea considerado como Zona de Monumentos Arqueológicos por lo que la sociedad organizada ha intervenido no sólo para contribuir en este proceso institucional que ha demorado décadas, sino también en la recuperación identitaria y cultural del sitio.

En este contexto, el Sitio Arqueológico de Huapalcalco sobresale como una experiencia particular en el contexto hidalguense debido a la participación de la Organización No Gubernamental, Niebla y Tiempo A. C., en la gestión y desarrollo de la zona. Por medio de la colaboración activa y constante de la ONG se ha logrado detonar una gestión horizontal y multidireccional a través de distintas acciones, entre las que destacan:

  1. 1. La apropiación y reproducción simbólica de Huapalcalco en el imaginario colectivo de los pobladores del Valle de Tulancingo, mediante estrategias que permiten el acceso a información dirigida a diferentes públicos; por mencionar algunas.
  2. 2. Recorridos de transmisión oral en el sitio arqueológico Huapalcalco, a más de 80 escuelas de todos los niveles académicos en la región.
  3. 3. Impulso del programa de arte público con narrativa de Huapalcalco y elementos del mundo otomí, en bardas exteriores de escuelas públicas en el centro de la pequeña ciudad, donde transitan todos los días decenas de miles de ciudadanos.
  4. 4. Creación y distribución de la lotería temática con 43 íconos de Huapalcalco, entregada a todas las escuelas primarias de la región
  5. 5. Celebración la petición de lluvias por parte de Badies (los que ven, los que saben) de Santa Ana Hueytlalpan en el sitio arqueológico Huapalcalco; en el marco de la celebración del solsticio de verano.

En dichas estrategias, se han incorporado saberes tradicionales del mundo otomí y su cosmovisión. Paralelamente, se ha tejido una extensa red de relaciones sociales a través de catorce años de trabajo para la puesta en valor del SAH. Entre ellas despuntan: 1) la gestión para la creación del Museo Comunitario de Huapalcalco; 2) el programa de actualización de escrituras para el ordenamiento territorial con 42 vecinos el sitio arqueológico; esto con instituciones públicas para que en el ámbito de sus funciones atiendan la deuda histórica con el lugar.

Aunado a ello, se han impulsado concursos de fotografía, campañas de comunicación a través de redes sociales, presentaciones de libros de literatura inspirada en Huapalcalco, activaciones comunitarias, como el programa de periodismo cultural comunitario con jóvenes de la Telesecundaria 401; o el barrido (diagnóstico participativo) sobre valoración del sitio arqueológico en cinco colonias vecinas al sitio, hecho por jóvenes de la preparatoria CBTis 179; o la clasificación de dos toneladas de cerámica coordinado por la doctora Enriqueta M. Olguín.

Para el caso particular de este estudio sobresale la solicitud realizada en 2016 por parte de Niebla y Tiempo para que Huapalcalco sea decretado como Zona de Monumentos Arqueológicos.

A esta iniciativa, ha devenido un seguimiento que incorporó: más de diez mil firmas de Tulancinguenses sumándose a la petición; cinco mesas de trabajo para facilitar el flujo de información entre los tres órdenes de gobierno involucrados; quejas y recomendaciones ante la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) por la demora del trámite; y, recientemente sumaron esfuerzos con el Congreso del Estado de Hidalgo, quien exhortó al INAH a completar el trámite para que Huapalcalco sea declarado como una ZMA, de tal manera que se abra paso a la creación de un marco legal que contribuya a salvaguardar el paisaje patrimonial de la región.

Es importante señalar que la existencia de una ZMA obliga a diseñar un Plan de Manejo que, bajo el supuesto de existir en Huapalcalco, deberá integrar perspectivas incluyentes que permitan cuidar de los patrimonios material, inmaterial y natural.

En múltiples mesas de trabajo con autoridades del INAH, ha quedado de manifiesto la inviabilidad de una delimitación física (enmallado) que garantice la protección del espacio; en principio por lo irregular del terreno; seguido por el hecho que, durante por lo menos 30 años, en el espacio han sucedido actividades de diversa índole como escalada deportiva, senderismo; una especie de parque para los pobladores de las colonias vecinas al sitio y sectores de la sociedad de Tulancingo, para hacer días de campo y reuniones familiares; también aprovechamiento de sus recursos naturales, colección de plantas y frutos para uso doméstico (alimentos tradicionales y remedios), pastoreo de ganado; prácticas supersticiosas; actividades culturales, etcétera. Es decir, será necesario definir enfoques de gestión que permitan y regulen la diversidad de manifestaciones y prácticas culturales de un espacio activo en la dinámica social. Son pertinentes los cuestionamientos ¿Cuáles son las características o enfoques de gestión de los sitios patrimoniales a resguardo de las comunidades indígenas? ¿Cómo se regulan y salvaguardan espacios con valores culturales significativos, que no han sido coptados por instituciones gubernamentales, culturales o turísticas de los estados nación?

A la luz de estos planteamientos, resulta fundamental tomar medidas que contribuyan a desmantelar el concepto de patrimonio institucional vigente con el fin de respetar el desarrollo de las distintas visiones y múltiples voces de las comunidades indígenas o retomando saberes de ellas, como en el caso del SAH. En efecto, este documento plantea una serie de criterios que contribuirían a diseñar nuevas formas de gestión del SAH y con ello, abonar a la preservación identitaria de los otomíes de la región.

Nuevas perspectivas de gestión patrimonial: un modelo de gobernanza para Huapalcalco

Respaldados en el marco teórico del documento; apoyados en la metodología de investigación; tomando en cuenta la naturaleza y existencia de las instituciones que rigen la gestión del patrimonio arqueológico de México y conscientes de la visión que permea en los lineamientos, programas y proyectos emitidos por el INAH, hemos considerado como antecedente de nuestro modelo la propuesta del Plan de Manejo para la Zona de Monumentos Arqueológicos de Huapalcalco (INAH, 2012) que, al continuar pendiente de decreto, no ha sido sometido a aprobación y mucho menos se ha llevado a la práctica. Esto constituye en sí un área de oportunidad para que se dialogue con el INAH y el modelo pueda ser incluido al plan institucional.

Con el objetivo de plantear una serie de criterios que pudieran guiar un nuevo curso para la gestión patrimonial del Sitio Arqueológico Huapalcalco, optamos por incorporar el conocimiento que Niebla y Tiempo A.C. mantiene como observador y partícipe de los procesos políticos, sociales y culturales del sitio. En el marco de estas ideas, se abona un modelo de gobernanza bajo la constitución de una figura que integra a los actores estratégicos del SAH y toma en cuenta, como parte central, a los representantes de las comunidades otomíes del Valle de Tulancingo.

En primera instancia, se propone la creación de una Asamblea General donde diversos actores institucionales y sociales puedan participar en la toma de decisiones respecto a la conservación, investigación, protección y difusión, considerando los patrimonios material, inmaterial y natural; y las dinámicas urbanas y económicas.

Esta Asamblea General deberá ser un organismo independiente, integrada por actores estratégicos identificados por Niebla y Tiempo. En la esfera pública se contempla al INAH, la Comisión Nacional de Áreas Protegidas (CONANP), Municipio de Tulancingo, Secretarías del Estado de Hidalgo (Cultura, Turismo, Planeación territorial) y la Secretaría de Educación Pública (SEP). En cuanto a los actores sociales, se vislumbra la participación de delegados de las colonias Huapalcalco, San José Caltengo, comisariado del ejido Huapalcalco, miembros de Niebla y Tiempo A.C., así como la presencia de la comunidad otomí de Santa Ana Hueytlalpan (delegado de la colonia o representante del consejo de barrios). Finalmente, en la escena académica se coloca a la Universidad Politécnica de Tulancingo (UPT).

Resulta interesante señalar que para que pueda funcionar como un órgano efectivo de gestión, sería deseable que tuviera una personalidad jurídica con acceso y administración de recursos propios, tal como un fideicomiso, donde los diferentes actores, puedan gestionar partidas de recursos para acciones específicas. En este punto no se habla de restar atribuciones correspondientes al INAH, sino de incorporar la participación regulada de otros actores.

En cuanto a las acciones materiales dentro del SAH, tanto el INAH desde la figura de Zona de Monumentos Arqueológicos y la CONANP desde un área destinada voluntariamente a la conservación, regularían el desarrollo del espacio. Relacionado con las dinámicas inmateriales, deberían integrarse en la estructura organizativa las siguientes secciones:

Como parte del modelo sería necesario acentuar la participación de la comunidad otomí; en ese sentido se plantea una estrategia decolonial, considerando además la detección de la necesidad que se tiene en la comunidad de Santa Ana Hueytlalpan por conservar y reproducir sus tradiciones cosmogónicas:

“Yo tengo un don, nací con un don, por eso sé lo que estoy diciendo, ahorita ya estoy grande y ya no es lo mismo. Ya no tengo fuerzas para subir, si estuviera más joven lo haría con gusto, le pido a Dios que hubiera muchas cosas como antes, pero se ha perdido la tradición. Las personas deben de involucrarse en eso para pedirle ayuda a los demás, para que se haga algo para que llueva y haya algo para comer. Necesitamos subir al cerro para poder preguntarle qué es lo que le hace falta, porque el viento, el sol, la lluvia, la piedra y la madera necesitan algo para que llueva y llevamos una ofrenda. Cada año cae mucho rayo y es para que ya nos preocupemos para que hagamos algo, ha habido muertos con los rayos por lo mismo que no le hacemos su costumbre, no compramos las cosas que les tenemos que llevar a donde subimos el cerro.” (Fragmento de mensaje a la comunidad de Don Manuel Lorenzo (D. E. P.), badi de Santa Ana Hueytlalpan, en entrevista a Niebla y Tiempo A. C., 2015. Traducción del ñhuhu al español por *mamá de Adriana*)

Basados en esas reflexiones, se proponen las siguientes acciones:

Conclusiones

El giro descolonial hizo posible analizar desde una perspectiva antagónica a los preceptos occidentales, la gestión del Sitio Arqueológico de Huapalcalco. Si bien la investigación presenta limitaciones metodológicas que responden a un marco teórico poco abordado y aplicado al contexto mexicano, trata de mostrar una serie de consideraciones que contribuyen a construir un modelo de gestión patrimonial que se apega a las ideas de los otomíes del Valle de Tulancingo cuyos constructos ideológicos se vinculan estrechamente al Paisaje Patrimonial de Huapalcalco.

Guiados por un paradigma diferente al colonialismo y el individualismo que invade el mundo e intentando distanciarnos de las teorías que emanan del occidentalismo impuesto en cada uno de los escritos académicos donde la valorización de la información se sustenta en el uso de la lengua anglosajona; este documento concibe a las ideas de nuestros pueblos originarios, particularmente las del pueblo otomí, como fuente irremplazable de conocimiento y de construcción de modelos y políticas sectoriales que se diseñan desde un enfoque decolonial en México.

Uno de los desafíos más importantes dentro de la literatura académica se orienta al marco institucional de la arqueología en distintas partes del mundo. Para Velazco (2018), los estados neoliberales se han encargado de edificar y perpetuar marcos institucionales que sirvan de impulso a políticas globalizantes que justifican a toda costa la colonialidad del poder.

Por ello, la investigación nos permitió identificar las debilidades del marco institucional refiriéndonos a la lejanía que existe entre el Plan de Manejo desarrollado por el INAH y las acciones que son aplicables a la realidad social y cultural de Huapalcalco.

Nuestras propuestas se orientan a considerar elementalmente tres aspectos:

  1. 1. la creación de una Asamblea General que propicie la participación de la esfera académica, los actores sociales y las instituciones públicas en la toma de decisiones sobre el SAH;
  2. 2. la emergencia de constituir un fideicomiso para el sitio;
  3. 3. la necesidad de desarrollar estrategias alrededor del sitio con un enfoque decolonial como la inclusión del calendario agrícola otomí de la región en la gestión patrimonial de Huapalcalco.

Con ello, se pretenden detonar nuevas formas de diseño y quehacer institucional dado que las actuales normativas culturales son más punitivas que resolutivas ante las necesidades reales de las comunidades indígenas o mestizas que resguardan patrimonio paisajístico en México. Es necesario crear nuevas formas de diseñar política y ejercerla, así como de construir instituciones con capacidad de responder a las exigencias de nuestras comunidades.

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