El crecimiento económico de México durante el porfiriato
The economic growth of Mexico during the Porfiriato
Analéctica
Arkho Ediciones, Argentina
ISSN-e: 2591-5894
Periodicidad: Bimestral
vol. 10, núm. 64, 2024
Recepción: 16 Enero 2024
Aprobación: 16 Abril 2024
Resumen: El artículo se centra en analizar un período específico del crecimiento económico de América Latina, tomando como caso de estudio a México durante la primera fase de crecimiento que ocurrió desde finales del siglo XIX hasta el inicio de la Revolución Mexicana. El enfoque de la investigación es la economía política, que considera la interacción entre las fuerzas políticas, las instituciones y los resultados económicos. Se busca responder a varias preguntas clave: quiénes fueron los actores relevantes durante este período, incluyendo el papel del Estado en el desarrollo; qué sectores impulsaron el crecimiento económico; y cuáles fueron los resultados económicos obtenidos.
Palabras clave: crecimiento económico, economía política, México, Porfirio Díaz, sustitución de importaciones.
Abstract: The article focuses on analysing a specific period of economic growth in Latin America, taking as a case study Mexico during the first phase of growth that occurred from the end of the 19th century until the beginning of the Mexican Revolution. The focus of the research is political economy, which considers the interaction between political forces, institutions and economic performance. It seeks to answer several key questions: Who were the relevant actors during this period, including the role of the state in development; which sectors drove economic growth; and what were the economic outcomes achieved.
Keywords: Economic growth, political economy, Mexico, Porfirio Díaz, import substitution.
Introducción
Cuando se habla de crecimiento económico reciente en América Latina se suele pensar en el periodo coincidente con el auge del precio de las commodities entre 2003 y 2013. Sin embargo, si se adopta un enfoque de más largo plazo, también hay que hacer referencia a dos fases anteriores de expansión económica. La primera fase comenzó a finales del siglo XIX/principios del XX, mientras que la segunda lo hizo tras la expansión que la economía mundial experimentó tras las dos guerras mundiales y la Gran Depresión (Thorp, 1998). Como se puede observar, las tres fases estuvieron fuertemente vinculadas a factores externos. Así, mientras que el periodo de crecimiento que América Latina experimentó desde 2003 a 2013 estuvo ligado al auge del precio de las commodities, fruto de la fuerte demanda de materias primas por parte de algunos países emergentes (China, principalmente), el crecimiento correspondiente a las dos primeras fases estuvo vinculado a sendos periodos de crecimiento de la economía mundial.
Empero, hablar de crecimiento económico en América Latina y tratar a la región como un todo homogéneo constituiría un error. Cada país, dependiendo de, entre otros factores, la commodity lottery (Bulmer-Thomas, 2003), ha experimentado cada una de las fases de crecimiento de forma particular. Es por ello que hablar sobre las características del crecimiento económico en América Latina en cada una de sus fases y en todos los países es una tarea que excedería, con mucho, el espacio del que dispone este autor para elaborar el presente ensayo.
Dicho lo anterior, en aras de que las siguientes líneas constituyan algo más que una somera descripción de los distintos periodos de crecimiento económico de América Latina, se tratará a continuación un caso en particular: el de México durante la primera fase de crecimiento, es decir, la que transcurrió desde el último cuarto del siglo XIX hasta el inicio de la Revolución mexicana, fase que se encontró vinculada al crecimiento impulsado por la exportación de productos básicos (crecimiento “hacia afuera”). El motivo por el cual se ha decidido escribir sobre este periodo radica en que se ha observado que, cuantitativamente, se ha tratado en mayor medida el crecimiento económico experimentado por la región a partir de la cuarta década del siglo XX. Sin embargo, “estudiar la economía a partir de 1940 es en cierto modo observar el resultado de un proceso sin saber cómo comenzó y se desenvolvió” (Solís, 1967, p. 40).
El enfoque que se adopta en este ensayo es el de economía política, “término que resume la interacción entre las fuerzas políticas, el legado institucional y los resultados económicos” (Thorp, 1998, p. 8). Así, se despejarán los siguientes interrogantes: qué actores fueron relevantes a lo largo de este periodo (incluyendo el papel que tuvo el Estado en el desarrollo) y qué posición adoptaron en torno a los distintos problemas que iban surgiendo; cuáles fueron los sectores que impulsaron el crecimiento; y, qué saldo, en términos de resultados económicos, arrojó este periodo. No obstante, en pos de dotar a estas páginas de una mayor coherencia argumental, los anteriores interrogantes irán siendo despejados en un único apartado, aunque se concluirá con un epígrafe de reflexiones finales en el que el autor recapitulará los argumentos centrales.
Sectores, actores y factores de la primera fase de crecimiento económico
Con la guerra de independencia, la industria minera de México quedó prácticamente destruida, así como también su sistema político quedó descabezado. En términos económicos, la consecuencia fue un estancamiento que se prolongó desde 1810 hasta la llegada de Porfirio Díaz al poder en 1877 (Hansen, 1971). No obstante, a lo largo de los siglos XIX y XX hubo dos periodos de crecimiento económico sostenido. El primero de ellos comenzó en 1877 y concluyó en 1911, mientras que el segundó inició en 1932 y, con algunos altibajos, se prolongó hasta 1982 (Tello, 2007)[1]. Será el primero, como se ha advertido anteriormente, el que se desarrolle en las siguientes líneas.
Esa primera fase de crecimiento económico sostenido coincidió con el porfiriato (1876 – 1911), un periodo autoritario marcado, a su vez, por la estabilidad política (Thorp, 1998; Rosenzweig, 1986, 1988). Fueron años en los que el modelo imperante fue el de crecimiento basado en las exportaciones (Thorp, 1998). No obstante, como se verá más adelante, también surgieron los primeros intentos de sustituir las importaciones de determinados productos por producción nacional.
Para lograr que la economía se insertase en la lógica del mercado capitalista y crecer económicamente se necesitaban medios de transporte avanzados que conectasen los distintos polos económicos del país. En aquella época, al hablar de medios de transporte avanzados se estaba haciendo alusión al ferrocarril. Fue el capital extranjero quien tomó la iniciativa en este sector, y se pasó de 700 kilómetros de vía en 1877 a poco menos de 20.000 kilómetros al terminar el porfiriato (Rosenzweig, 1988).
La construcción de una extensa red ferroviaria que conectó los distintos polos económicos con el mercado externo permitió el modelo de crecimiento basado en las exportaciones. En este sentido, hay que hacer alusión, sobre todo, a la agricultura y a la ganadería (Solís, 1967).
En primer lugar, mientras que la producción agrícola de consumo interno descendió en el periodo 1877 – 1907, el crecimiento de la tasa media anual de la producción para la exportación fue de 6,3% desde 1877 hasta 1910. Una de las posibles causas del descenso de la producción agrícola de consumo interno fue el modelo de tenencia de la tierra, que hacía que la agricultura tuviese un escaso dinamismo dentro de la economía de mercado (Rosenzweig, 1988). Por su parte, el aumento de la producción agrícola para la exportación no se debió a cambios en su composición, sino al mayor uso de tierra y de mano de obra. Es decir, no aumentaron los rendimientos por hectárea, sino que se amplió el área cultivada (Solís, 1967).
Por otro lado, la ganadería también se orientó al mercado externo. La producción ganadera, al igual que la agrícola, se concentraba en latifundios, donde se criaba sobre todo ganado ovino de forma extensiva y empleando poca mano de obra. Esto condujo a que bajo el porfiriato se produjese un descenso de la productividad en este sector, siendo ésta una muestra más de la incapacidad del latifundio para conseguir mejoras en la productividad (Solís, 1967).
No obstante, aunque estos dos sectores fueron los que estuvieron más enfocados a la exportación, como de lo que se trata en este ensayo es de exponer, entre otros elementos, los factores que estuvieron detrás de la primera fase crecimiento económico sostenido en México, se realizarán a continuación algunos apuntes sobre otros dos sectores sumamente importantes; a saber, la minería y la industria.
A diferencia de los dos sectores anteriores, la producción minera estuvo impulsada por una fuerte inversión extranjera. Ésta se vio favorecida por la aprobación del Código Minero de 1884, que permitió a los extranjeros adquirir bienes en las áreas fronterizas. Con ésta y otras medidas se intentaba atraer el capital extranjero para hacer frente al atraso técnico y a la falta de capital interno, al objeto de crear las condiciones necesarias para generar excedentes que condujeran a su transformación (Rosenzweig, 1988).
A su vez, el crecimiento de la producción en este sector originó un incremento de la industrialización, la cual, a diferencia de los sectores agrícola y ganadero, se basó en la producción para el mercado interno. Además, detrás del desarrollo industrial también estuvieron factores como el aumento de la inversión en maquinaria y de la inversión extranjera, sobre todo a partir de 1889 (Solís, 1967). De forma concomitante, la demanda industrial de insumos condujo a la sustitución de algunas importaciones[2]. Bajo el porfiriato descendieron las importaciones de bienes de consumo, y sólo ascendieron las de bienes de primera necesidad, siendo esto una muestra más de la incapacidad de la agricultura latifundista mexicana para abastecer las necesidades básicas de la población (Rosenzweig, 1988).
Hecha esta breve referencia a los sectores más relevantes que estuvieron detrás del modelo de crecimiento que experimentó México desde 1877 hasta el comienzo de la Revolución mexicana, cabe señalar que, además de una extensa red de ferrocarriles, debido al tipo de productos que impulsaron el modelo de crecimiento basado en las exportaciones, los productores necesitaron un uso extensivo de tierra y mano de obra (Thorp, 1998).
Según Rajchenberg y Giménez (1998), el despojo de tierras bajo el porfiriato fue comparable e incluso mayor que el que se produjo durante la conquista. Como consecuencia de este despojo, al pasar amplias extensiones de tierra de propiedad comunal a propiedad privada, la mano de obra disponible aumentó y los salarios disminuyeron. Además de la presión a la baja de los salarios, el exceso de mano de obra desalentó, en un primer momento, la innovación y la introducción de bienes de capital más eficientes en los procesos productivos, pues se solía recurrir a emplear más trabajadores en lugar de a tecnificar la producción (Rosenzweig, 1988). Posteriormente, cuando en el sector industrial comenzaron a introducirse nuevas técnicas de producción, y debido a que los sectores agrícola y ganadero no demandaban una excesiva mano de obra, los trabajadores antes empleados en el sector industrial pasaron a incrementar las cifras de desempleo.
En el mismo orden de ideas, otro factor vinculado a la mano de obra y a la tierra, y que se ha venido señalando como problema para el desarrollo económico a lo largo del texto, es el latifundismo[3]. Tal y como señala Solís (1967, p. 52), “la forma de operación del latifundio encajonó a la mano de obra e hizo difícil la transferencia de población de unas zonas rurales a otras y del campo a la ciudad”. Así, cuando hacia el final de la década de 1900 hubo una época de malas cosechas, el empeoramiento de las condiciones de vida de amplias capas de la población y la consiguiente contracción de la demanda interna (limitando la expansión de las industrias de consumo), aunado a la alta tasa de desempleo y a la depresión económica, el descontento popular y de las clases medias[4] se plasmó en el estallido de la revolución mexicana, la cual supuso una pausa en el proceso de crecimiento económico (Knight, 1985), sólo reanudado a partir de 1935 (Rosenzweig, 1986).
Reflexiones finales
El propósito de este ensayo fue, desde un inicio, intentar dar unas pinceladas acerca de las características del crecimiento económico que experimentó México bajo el porfiriato. Sabiendo que se dejan muchos elementos en el tintero, concretamente, haciendo énfasis en los sectores que impulsaron el crecimiento, los actores involucrados y los factores que, en opinión del autor, lo acabaron lastrando, se pueden concluir estas páginas con las siguientes reflexiones.
En primer lugar, se puede decir que la minería y la industria, sectores ambos enfocados hacia el interior, fueron los más importes durante esa primera fase de crecimiento. Una de las posibles explicaciones puede ser que en ambos fue muy fuerte la inversión extranjera directa, así como también lo fue en el comercio y los ferrocarriles. En cambio, la mayor parte de la agricultura, el pequeño comercio y la artesanía fueron sectores pertenecientes a los mexicanos, elemento que, en parte, ayuda a explicar su atraso[5].
Así mismo, el sector externo también contribuyó al crecimiento económico iniciado bajo el porfiriato a través del aumento de la demanda externa de mercancías de exportación, principalmente productos agrícolas y ganaderos. De hecho, tal fue la dependencia de la demanda externa de determinados productos que cuando ésta se contrajo, como consecuencia de la crisis de 1907-1908, también descendió el precio de las materias primas que México exportaba, resintiéndose así la relación de intercambio.
Por último, un factor que lastró la continuación del crecimiento económico fue la producción agrícola y ganadera en latifundios. Además de los costes en términos de despojo de tierras, como se ha indicado, este régimen de producción propició una baja productividad y un empeoramiento de las condiciones de vida de amplias capas de la población que quedaron desocupadas, lastrando así el crecimiento del mercado interno. En síntesis, el modelo de crecimiento económico de México en esa primera fase sólo benefició a una pequeña minoría y castigó a la mayoría[6].
Referencias
Bulmer-Thomas, V. (2003). “Latin American economic development: an overview”. En: V. Bulmer-Thomas (Eds.). The economic history of Latin America since Independence. Cambridge University Press, pp. 1-15.
Hansen, R. (1971). La política del desarrollo mexicano. Siglo XXI Editores.
Knight, A. (1985). “Caudillos y campesinos en el México revolucionario, 1910 – 1917”. En D. A. Brading (Coord.). Caudillos y campesinos en la Revolución Mexicana. Fondo de Cultura Económica, pp. 32-85.
Rajchenberg, E. y Giménez, C. (1998). Historia de México. Línea del tiempo. Plaza & Janés.
Rosenzweig, F. (1986). El proceso político y el desarrollo económico de México. Secuencia0(05), 155-169. https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i05.145
Rosenzweig, F. (1988). El desarrollo económico de México de 1877 a 1911. Secuencia 0(12), 151-190. https://doi.org/10.18234/secuencia.v0i12.235
Solís M., L. (1967). Hacia un análisis general a largo plazo del desarrollo económico de México. Demografía y Economía 1(1), 40-91. http://www.jstor.org/stable/40601734
Tello, C. (2007). Estado y desarrollo económico: México 1920-2006. UNAM.
Thorp, R. (1998). Progreso, pobreza y exclusión. Una historia económica de América Latina en el siglo XX. Banco Interamericano de Desarrollo y Unión Europea.
Villareal, R. (1982). “Del proyecto de crecimiento y sustitución de importaciones al desarrollo y sustitución de exportaciones”. En M. Acevedo Garat (Ed.). El comercio exterior de México. Siglo Veintiuno Editores, pp. 287-307.
Notas