Permanencia y actualidad del pensamiento marxista en la historiografía
Resumen
Durante el siglo XIX los grandes logros intelectuales al parecer no se dieron en la disciplina de la historia. Estos fueron canalizados en otras áreas del saber cómo se dio en el caso de la filosofía, la antropología y de la sociología en especial. Fue el momento en el que la historia Rankeana estuvo en su mayor apogeo, con su premisa de objetividad y con la idea fundamental de conocer la historia tal y como fue. Esta pretendida objetividad científica ocultaba una intención de fondo que iba más allá de presentar a la historia como una más de las ciencias comparables a las ciencias naturales. Su función real, como lo dice Josep Fontana, era la de “servir, por un lado, para la educación de las clases dominantes y, por otro, para la producción de una visión de la historia nacional que se pudiera difundir al conjunto de la población a través de la escuela.” (Fontana: 2002, p.9) A pesar del cientificismo con el que la historia quería ser asociada, puede apreciarse que su función no se alejaba tanto de la vieja postura de la historia como maestra de vida. Seguía siendo la historia de los grandes hombres, de la política, de las batallas, etc.; que serviría de ejemplo a las clases que contaran con las condiciones favorables de recibir instrucción para construir normas ético-morales. A esto se le sumaba en ese momento la utilidad de ser instrumento de legitimación y dominio por parte de los nacientes Estados nación.
DOI: 10.5281/zenodo.3838203